lunes, 19 de diciembre de 2011

19.- ADVENTISTAS DEL SÉPTIMO DÍA

Cuadro de mandos
 INDICE DE ESTE TRABAJO
 Capítulo 1º
A. El fundador. William Miller
B. La refundadora: Ellen Gould Harmon de White Ellen White se vio a sí misma como una profetisa. ¿Ellen White estaba, realmente, inspirada por Dios?
El informe Veltman.
La Conferencia Bíblica de 1919.

Capítulo 2º:
Creencias básicas de las Adventistas del Séptimo Día
1. La doctrina adventista sobre la segunda venida de Cristo
2. La doctrina del “Gran Paso”
3. La doctrina de la Puerta Cerrada
4. El juicio de los muertos
5. El fin del mundo
6. La doctina de la negación de la inmortalidad del alma
7. Los Adventistas del Séptimo Día y la Biblia
8. El régimen vegetariano de los Adventistas del Séptimo Día
9. La observancia del sábado
Capítulo 3º:
Organización de los Adventistas del Séptimo Día
Dirigentes
Adeptos
Financiación
Disciplina
Propaganda
Grupos adventistas.
CONCLUSIÓN. Es un trabajo de J. Jiménez.  

CAPÍTULO 1º

A.-El fundador: William Miller
En el siglo XIX nacieron en Norteamérica muchas sectas. La Adventista lo hizo en Pensylvania, su fundador fue William Miller, nacido en Pittsfield (Massachussets, el 15 de febrero de 1782 y fallecido, en Low Hampton, el 20 de diciembre de 1849. De familia pobre y poco religiosa, fue el mayor de 16 hermanos. En su juventud frecuentó ambientes masónicos y en la guerra anglo-americana de 1812 se enroló como “no creyente”.
Cuando tenía 34 años empezó a estudiar la Biblia, basándose exclusivamente en un Libro de Concordancias. Con estos estudios superficiales, dada su carencia de conocimientos teológicos, llegó a la conclusión de que “las profecías bíblicas referidas al Mesías, que no se habían cumplido con el advenimiento de Cristo, necesariamente deberían cumplirse con su segunda venida, al fin del mundo”.

En 1831 la iglesia Baptista lo reconoció como predicador itinerante.
En este apostolado Miller obtuvo una respuesta notable entre los fieles, su grupo, dentro de la Iglesia Bautista, llegó a tener 200 predicadores. En 1833 publicó su tratado “Pruebas deducidas de la Escritura y de la historia sobre el retorno de Cristo en 1843 y su personal reino milenario”. En 1840 fundó la revista “Signos de los tiempos” y, a partir de ese momento se dedicó casi exclusivamente a “preparar” la que él creía que era la segunda venida de Cristo. De este modo, entre 1842 y 1843 realizó más de ciento veinte reuniones que agruparon a muchos miles de personas.

“La profecía de los 2300 días”
Basándose en Daniel 8,14 (que dice: “Entonces dijo: Hasta 2300 tardes y mañanas, luego será purificado el gran santuario”), Miller hizo su primer cálculo tomando como años los días del profeta Daniel y computando desde el año 457 a.C., esto es, el comienzo de las setenta semanas antes de la primera venida, concluyó que el mundo acabaría y Cristo volvería el 21 de marzo de 1843.
Ante tan fabuloso descubrimiento, las iglesias bautistas abrieron sus puertas a la predicación de Miller, hubo grandes concentraciones en Boston y en Nueva York, muchas personas acogieron la llamada a la conversión y la penitencia, vendieron sus negocios y sus casas y se vistieron de túnicas blancas para esperar a Cristo glorioso y subir con Él al cielo.

Primer fracaso
La predicción, como era obvio, no se realizó. Cristo no se presentó a la cita de Miller y el mundo no se acabó el 21 de marzo de 1843. Ante tal situación, Samuel S. Snow, discípulo de Miller, propuso al maestro que revisase los cálculos para detectar algún posible error. Así lo hizo Miller y el grupo adventista recobró el ánimo.

Nuevas predicciones y nuevos fracasos:
El primer fracaso no fue obstáculo para que hiciera nuevas predicciones para el 21 de marzo de 1844 y para el 18 de abril de 1844. Predicciones que también fracasaron.

Último y definitivo fracaso: “El gran chasco"
Finalmente, Miller anunció la fecha del 22 de octubre de 1844, la cual terminó, como las anteriores, en un estrepitoso fracaso. La Enciclopedia Británica define esta fecha con el nombre de “El gran chasco”. Fue tan grande la decepción que muchos se desanimaron y la Iglesia Bautista, a la que pertenecía Miller, le expulsó. A pesar de todo, los fieles seguidores de Miller se reunieron en Albany (Nueva York), en 1845 y profesaron su fe inquebrantable en la cercana venida del Hijo de Dios. Y esto permanece todavía como punto fundamental de la doctrina adventista y momento fundacional de la secta.

La explicación del fracaso
Al día siguiente de la “Gran decepción”, el adventista Hiram Edson dijo que había tenido una visión, según la cual el día 22 de octubre de 1844 sí había sucedido algo grandioso, pero no en la tierra sino en el cielo: De modo invisible a los hombres, Jesucristo había pasado del lugar “Santo” al “Santo de los Santos” o Santuario celestial. Además, dijo que Jesús había comenzado ese día el juicio de los muertos y que, cuando terminase con ellos, seguiría con los vivos. La casa de Edson se convirtió en la sede del grupo que comenzó a llamarse Movimiento Adventista Tras la revelación de Edson, un amigo de Miller, Charles Fitch, estableció que todas las Iglesias Protestantes y la Católica eran Babilonia la Grande. Es curioso que hasta ese momento, todos guardaban y celebraban los domingos; pero, en una de las reuniones, Joseph Bates introdujo la idea de que en vez de adorar los domingos, el grupo debería hacerlo los sábados, según la revelación del séptimo día que él había recibido Y así lo empezaron a hacer.

B.- La refundadora: Ellen Gould Harmon de White
Los adventistas se hubieran acabado tras el fracaso del 22 de octubre de 1844 y la muerte de su fundador en 1849, pero surgió la segunda fundadora del movimiento adventista, Ellen Gould Harmon, metodista, expulsada de su Iglesia por sus ideas sobre el fin del mundo.
Nació en Maine, en 1827 y murió en Santa Elena (California), el 16 de julio de 1915. Por ser un personaje de relevancia en la historia de los movimientos religiosos sectarios de los Estados Unidos ha sido objeto de numerosos estudios, algunos de ellos, de tipo psiquiátrico, según los cuales padecía desde pequeña una enfermedad mental, consecuencia de un golpe recibido en la cabeza a los nueve años, y que tendría relación con la epilepsia. Este podría ser el origen real de sus estados alterados de conciencia y sus frecuentes visiones.
A los 13 años oyó predicar a Miller y se hizo adventista. A los 17 años, en diciembre de 1844, dos meses después del último fracaso de Miller y en plena crisis del grupo, anunció que había tenido una visión que le había dado a comprender “la importancia de lo sucedido el 22 de octubre.” Desde entonces todo el grupo comenzó a girar en torno a su figura.
A los 19 años, se casó con el predicador adventista James White, con lo que adquirió el apellido que le hizo famosa. A ella se le debe la denominación del grupo como Adventistas del Séptimo Día (Seventh Day Adventists).
En general, muchos consideran a Ellen White como la fundadora de los adventistas, aunque, en estricta verdad, se debe reconocer que ella ya era antes una seguidora de Miller. Sin duda, le cabe el privilegio de ser la gran organizadora del grupo. En 1863 estableció una autoridad central, la Conferencia General, y, durante 50 años, gobernó el movimiento con firmeza a través de edictos incontestables que se fundaban en las revelaciones que decía recibir.
La primera mitad del siglo XIX fue una época, en Estados Unidos, en la que abundaban los “iluminados”. Debemos buscar la explicación en el clima general de gran fervor religioso y en la expectativa que vivía la sociedad norteamericana que entonces estaba en plena expansión. No sólo los ya indicados, también surgieron otros, como Joseph Smith, fundador de los Mormones, Mary Baker Heddy, fundadora de la Ciencia Cristiana y Charles Taze Russell, fundador los Testigos de Jehová. Otras muchas sectas proféticas y escatológicas aparecieron esperando la próxima llegada del Señor.
Se daban misiones, a veces, en lugares casi desiertos, a los que acudían las gentes desde muy lejos, acampando alrededor de los predicadores, los cuales estaban en un desafío constante para ver quien presentaba más prodigios y arrastraba tras sí a más número de seguidores. En este ambiente, no es de extrañar, que fueran frecuentes las supuestas revelaciones.
Ellen White escribió unos 40 libros que los adventistas consideran iguales a la Biblia, pues creen que era una profetisa inspirada por Dios e infalible y, por tanto, sus escritos no pueden contener ningún error. Ellen dice en sus obras que tuvo el don de la inspiración. Desde las primeras páginas de “El conflicto de los siglos”, considerada su obra más importante, pasando por “Las joyas de los testimonios” y “El camino a Cristo”; entre sus obras más extensas, hasta el más pequeño de sus artículos, es frecuentísimo encontrar estas frases: “Mediante la iluminación del Espíritu Santo me fueron reveladas...” “El Señor me ha dicho...” “El Señor quiere..”
Esta es la enseñanza adventista, reconocida por su revista oficial The Adventist Review, 24 abril 1982 pág 15: “La gente dice: Solamente la Biblia, pero se engaña. La Biblia tiene que ser interpretada por la profetisa de Dios Ellen White”; “ella es la intérprete infalible de la Biblia y la corte final de apelación para la gente de Dios” (The Adventist Review, 3 junio 1971, pág 4).
Ellen White llenó cumplidamente el vacío tras la muerte de Miller. No sólo es considerada la refundadora por haber conducido al grupo a la superación de la crisis generada el 22de octubre de 1844 y por ser una gran organizadora, sino también por ser la autora del actual armazón doctrinal de los Adventistas del Séptimo Día.

Ellen White se vio a sí misma como una profetisa 
“Me ha sido dado un mensaje claro y bien definido para nuestro pueblo” (Consejos, pág 107) “En una visión nocturna, Dios me instruyó para que dijese a su pueblo...” (Consejos pág 256) “El Señor me ha hablado con respecto al pago de los diezmos. Él ha dicho: Traed todos los diezmos. Muy recientemente se me dado luz directa de parte del Señor” (Consejos, pág 88) “Estos libros contienen la verdad clara, honesta e inalterable y deberían ser apreciados.
Las instrucciones que contienen no son de humana producción” (Carta H.339, Dic 26, 1904) “En estas cartas que yo escribo... les presento lo que el Señor me ha presentado a mí.. Yo no escribo ni un solo artículo sobre el papel expresando mis propias ideas; ellas son lo que Dios ha abierto delante de mí en visión, preciosos rayos de luz que brillan desde el trono” (Testimonios, tomo 5, pág 63- 67)

 ¿Ellen White era, realmente, inspirada por Dios?
        1.- Ellen White, citando Ap 12, 17, dijo: “Algunos de los que viven hoy en la tierra verán cumplirse estas palabras” (White, vol II, 444). Las palabras de Ellen no se han cumplido y no creemos que sigan viviendo ninguno de los que entonces vivían. En el congreso de 1856, Ellen White hizo esta profecía: “Se me mostró la compañía presente en el congreso: Algunos serán alimento para los gusanos, algunos serán expuestos a las siete últimas plagas, algunos estarán vivos y quedarán sobre la tierra para ser trasladados en la venida de Jesús” (Testimonios, tomo 1, pág 131- 132)
Han pasado ya 148 años y no vive nadie de los asistentes al congreso; la profecía no se ha cumplido; además, todos los grupos han constituido uno sólo: el de los que serían alimento para los gusanos.
       2.- “Se está acercando rápidamente el momento en que acabará la tolerancia de Dios...Está muy cerca el momento...Se está retirando el Espíritu Santo... pronto ha de estallar...La hora del juicio ha llegado..En estas horas finales...estamos a punto de ver el cumplimiento... pronto aparecerá nuestro Salvador. Pronto habrá terminado la batalla y se habrá ganado la victoria” (White, Vol II, pág 206, 207,461, 528 y 540) Todavía estamos esperando.
       3.- En 1889, Ellen escribió: “Sólo un poquito más de tiempo antes de que Jesús venga” (Consejos,pág 365) “Ahora es cuando nuestros hermanos debieran estar reduciendo sus propiedades, en vez de acumularlas. Estamos por trasladarnos a una patria mejor, la celestial... Pronto se proclamará el decreto que prohibirá comprar o vender a quien tenga la marca de la bestia... En el tiempo de angustia de nada valdrán a los santos las casas ni las tierras...” (Consejos, pág 63).
El “poquito más” se ha convertido en 122 años, los que van de 1889 a 2011, y sigue la cuenta...
       4.- Dijo a los Adventistas que no tuviesen niños y que el esposo no viviera con la esposa, porque Cristo venía pronto. (White Estate, Manuscrito, nº 34, 1885) Esto fue causa de muchos divorcios.
       5.- En 1982, Walter Rea, Pastor de la secta adventista, publicó el libro “La mentira de White”, donde documenta y explica sus investigaciones sobre los plagios en los escritos de Ellen White. Según Rea, copió tanto material de otros autores que apenas si hay un pensamiento original en alguno de sus libros. No obstante, la Organización de los Adventistas del Séptimo Día sigue publicando y vendiendo los libros de Ellen, sin dar a conocer la verdadera procedencia de la mayor parte de los mismos.

¿Cómo es posible esta mentira?
La secta estima que no puede darse el lujo de reconocer el engaño, porque sus doctrinas se basan en la obra de Ellen White, y si ella cae, la secta también cae. Agobiada por la demostración de Walter Rea, la Conferencia General auspició una investigación, que duró ocho años y que se conoce con el nombre de “El informe Veltman”.

El informe Veltman:
La revista oficial de los Adventistas del Séptimo Día, Ministry, publicó un resumen del informe Veltman en los números de octubre y diciembre de 1999.
Es de notar que muchos pastores y ancianos Adventistas del Séptimo Día no conocen este informe, ni saben de su existencia. El Dr. Fred Veltman, del Pacific Union College, dirigió el equipo de investigación sobre quince capítulos del libro de Ellen White “El deseado de todas las gentes”, y encontró que el 31 % de esa muestra procedía de otros autores. En general, se estima que el 90 % del total de la obra de Ellen White fue copiada de otros autores. El Dr. Veltman, miembro destacado de los adventistas del Séptimo Día, y todo su equipo, llegaron a la conclusión de que Ellen White no sólo había copiado vorazmente a otros autores, sino que tanto ella como sus colaboradores habían mentido deliberadamente para ocultar la verdad.

La Conferencia Bíblica de 1919
Se reunió en las oficinas centrales de la iglesia en Takoma Parck, Washinton D.C. Asistieron sus máximos dirigentes, más de 50 personas, teólogos, editores y eruditos en un intento de tomar una decisión que fuese aceptable por todos sobre el ministerio de Ellen. He aquí, entre otros, algunos de los asistentes: Arthur G. Daniells, Presidente de la Conferencia General; G. B. Thompson, Secretario de Campo de la Conferencia General; W.W. Prescott, Secretario de Campo de la Conferencia General; C.S. Longacre, Secretario de la Asociación de Libertad Religiosa; F.M. Wilcox, Redactor de Review and Herald; M.C. Wilcox, Redactor de Libros de Pacific Press; H.C. Lacey, Profesor de Religión en el Foreing Misión Seminary; L.C. Taylor, Director del Departamento de Biblia del Canadian Junior College; J. N. Anderson, Profesor de Biblia del Washiston Foreing Seminary.
La Conferencia duró la mayor parte de julio y algunos días de agosto. Los días 30 de julio y 1 de agosto, se pidió once veces a los más importantes y distinguidos adventistas que tomaran una decisión autorizada sobre la inspiración de Ellen White... y once veces evitaron esa decisión.

Veamos, brevemente, algunas intervenciones:

F.M.Wilcox, Redactor de Review and Herald: “Creo que tenemos entre manos un asunto muy delicado y me molestaría muchísimo que se influyera en el campo y en cualquiera de nuestras escuelas para que se descuenten los testimonios de Ellen. Hay gran peligro de una reacción y estoy realmente preocupado. He oído preguntas que han dejado la impresión en mi mente de que, si se hacen las mismas preguntas en clase cuando regresemos a nuestras escuelas, vamos a tener serias dificultades. Creo que hay muchas preguntas que deberían ser retenidas y no discutidas. No creo necesario que contestemos a cada una de las preguntas. Si destruimos la fe en los Testimonios de Ellen White, vamos a destruir la fe en el fundamento mismo de nuestra obra, a menos que estas preguntas puedan manejarse de la forma más diplomática, creo que vamos a tener muchos problemas”.

J.N.Anderson: “¿Podemos silenciar esas cosas y ser fieles a nosotros mismos? Además, ¿no corremos peligro al hacerlo? ¿Es correcto dejar que nuestro pueblo en general continúe siendo fiel a la inspiración verbal de los testimonios? Cuando hacemos eso, ¿no estamos preparándonos para una crisis que será muy seria algún día?

M.E.Kem: “La pregunta es, ¿cómo podemos pensar, y creer, y saber que hay inconsistencia aquí, - algo que no está bien - y, sin embargo, creer que el Espíritu de profecía de Ellen White es inspirado? La cuestión es cómo presentar estas cuestiones a la gente”.
Los dirigentes adventistas se pusieron de acuerdo, extraoficialmente, en algunos puntos críticos relacionados con el ministerio de Ellen White, como lo manifiestan las respuestas del Presidente de la Conferencia general:

Ellen White no era inspirada verbalmente:

Arthur G. Daniells: “Yo asumo la posición de que los Testimonios no son inspirados verbalmente. Es inútil ponerse de pie y hablar de la inspiración verbal de los Testimonios, porque todo el que alguna vez haya visto hacer el trabajo sabe que no es así y que es mejor que lo descartemos”.

Ellen White no era infalible como persona:
Arthur G. Daniells: “Acerca de la infalibilidad... cuando se toma la posición de que no era infalible y que sus escritos no son inspirados verbalmente, ¿no hay la oportunidad para que se manifieste lo humano? ¿Y debemos sorprendernos? Cuando sabemos que el instrumento era falible y que las verdades generales, como ella dice, fueron reveladas, ¿no estamos preparados para ver los errores?

Ellen White no era infalible en sus interpretaciones de la Biblia
-C. L. Taylor: “Quisiera pedirle que discuta para nosotros el valor exegético de los Testimonios...¿Podemos aceptar las explicaciones que da ella sobre las Escrituras? ¿Son fiables esas explicaciones?”

-Arthur G. Daniells: “Es posible que haya algunas dificultades con cuestiones muy críticas..”. Ellen White copió material de otros autores, asegurando que era inspirado.  “ Supongo que todos ustedes saben acerca de eso y conocían las acusaciones de plagio que se le hacían...hasta por Conybeare y Howson, autores del libro, que causaría dificultades debidas a lo mucho del libro de Ellen que había sido puesto sin comillas. Yo encontré el libro de Conybeare y Howson y lo comparé con el hermano Palmer, palabra por palabra, página tras página, y no había comillas y la verdad es que yo no supe la diferencia de ambos libros hasta que los comparé. ¡Había supuesto que era obra de la hermana White!”

Está claro que los dirigentes de los Adventistas del Séptimo Día conocían perfectamente el engaño de Ellen White y que también lo conocen los actuales dirigentes, pero ese engaño debe ser ocultado a los fieles adventistas. ¿Por qué? No cabe otra explicación a la mala fe de los dirigentes que el interés económico, los millones que perciben a través del diezmo y de la venta de los libros de Ellen que les permite levantar sus empresas y mantener su estatus social.
Mientras tanto, los fieles, en su buena fe, siguen entregando sus diezmos y comprando los libros, muchos a costa de grandes sacrificios que aceptan con alegría porque creen que es para una causa justa.

CAPÍTULO 2º:
CREENCIAS BÁSICAS DE LOS ADVENTISTAS DEL SÉPTIMO DÍA

1ª.- La doctrina adventista sobre la segunda venida de Cristo:
Al hablar de William Miller ya queda reseñada esta doctrina, los sucesivos fracasos y el recurso a la profecía de Hiram Edmon para salir del inmenso atolladero.

Comentario: Basta recurrir a los periódicos de la época para conocer la realidad de lo que sucedió en las fechas indicadas por Miller. Sencillamente: No sucedió nada; las “profecías” no se cumplieron, porque no eran auténticas sino engaños. Miller no había recibido ninguna comunicación divina. Todo fue una falacia de un falso profeta. No podía ser de otra manera; ya lo dijo Jesús: “De aquel día y de aquella hora nadie sabe nada, ni los ángeles del cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre” (Mt 24, 36).

2ª.-La doctrina del “Gran Paso”:
Si Cristo no vino a este mundo el día 22 de octubre de 1844 es porque lo hizo en el cielo, donde, de modo invisible a los hombres, Cristo pasó del lugar “Santo” al “Santo de los Santos” o santuario celeste. La expiación de Cristo tuvo varias etapas, la última no fue en la Cruz sino en el santuario del cielo. El paso fue necesario para completar y perfeccionar la expiación de Cristo, no sólo perdonando sino borrando los pecados.

Doctrina católica: La redención de la humanidad tuvo su punto culminante en la muerte de Cristo en la cruz. No hay ningún fundamento para poner la etapa posterior del Gran Paso. Esta doctrina la basan en la visión de Edson al respecto, la cual no tiene ninguna relación con la Biblia ni con la Tradición de los Apóstoles. Cristo, después de su ascensión a los cielos y hasta que llegue su segunda venida, está como mediador ante el Padre. Además, en la ubicación del “Santo” y el “Santo de los Santos”, los adventistas han cometido otro error. En la carta a los Hebreos podemos leer lo siguiente: “El primer pacto (se refiere a la alianza del Antiguo Testamento) tenía su ceremonial y su santuario terrestre. Fue construido un tabernáculo y en él una primera estancia... esta estancia se llamaba el Santo; después del segundo velo, otra estancia del tabernáculo que se llamaba el Santo de los Santos” (Hb 9, 1-3) Queda claro que ambos lugares eran dos estancias del santuario terrestre, el templo de Jerusalén, donde los sacerdotes de la antigua alianza ofrecían oblaciones y sacrificios (Hb 9, 9).”En la primera estancia del tabernáculo entraban cada mañana los sacerdotes para desempeñar su ministerio; pero en la segunda estancia, una sola vez al año entraba solo el Pontífice” (Hb 9, 6-7) No hay, por tanto, ningún fundamento para hablar de dos estancias en el cielo, sino una sola, a la que San Pablo llama metafóricamente santuario. “Cristo, penetrando en un tabernáculo mejor y más perfecto, no hecho por manos de hombres... sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el santuario, realizada la redención eterna” (Hb 9, 11-12)

3ª.-La doctrina de la “Puerta cerrada”:
Dicen los adventistas que la puerta de la misericordia de Dios se cerró para todos los que no aceptaron el mensaje del 22 de octubre de 1844, es decir. La puerta está cerrada para todos los que no sean adventistas.

Doctrina católica: Primero: No se puede aceptar el mensaje porque proviene de un falso profeta, porque no está reflejado en ningún texto de la Sagrada Escritura y, además, porque es un subterfugio inventado para ocultar que la venida de Cristo, profetizada para esa fecha, no se produjo y, por tanto, la profecía fue un engaño. Segundo: Cristo está sentado a la diestra del Padre, esto es, posee el honor y la gloria de la divinidad. Ha querido precedernos para que vivamos con la esperanza de seguirlo en su Reino. Por tanto, nada de “puerta cerrada”, todo lo contrario. Cristo intercede sin cesar, como leemos en la carta a los Hebreos: “Y es perfecto su poder de salvar a los que se acercan a Dios y siempre vive para interceder por ellos” (Hb 7, 25) y la puerta del cielo permanece abierta para todos los que se acercan a Dios.

4ª.- El juicio de los muertos:
Llegado Cristo al Santo de los Santos comenzó el juicio de los muertos, que llaman también “purificación del cielo”

Doctrina católica: El juicio de los muertos no comenzó el 22 de octubre de 1844, sino que tiene lugar inmediatamente después de la muerte de cada uno, es el llamado juicio particular que refiere su vida a Cristo, bien a través de una purificación, bien para entrar inmediatamente en la bienaventuranza del cielo o bien para condenarse inmediatamente para siempre. Hay muchos textos de la Biblia que lo confirman; por ejemplo, la parábola del pobre Lázaro: “Sucedió que murió el pobre y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham, y murió también el rico y fue sepultado en el infierno” (Lc 16,22), o las palabras de Cristo al buen ladrón, cuando ambos agonizaban en la cruz: “En verdad te digo que hoy mismo estarás conmigo en el paraíso” (Lc 23. 43) o los textos de San Pablo: “Deseo morir para estar con Cristo” (Flp 1, 23), “por cuanto a los hombres les está establecido morir una vez, y después de esto el juicio” (Hb 9, 27).

5ª.- El fin del mundo:
Acabado el juicio de los muertos, Cristo vendrá a la tierra y se producirá el fin del mundo, resucitarán los justos e irán con Él al cielo donde gozarán con Dios durante mil años; este será el milenio del reino glorioso de Cristo; mientras tanto, el demonio quedará atado a la tierra que estará vacía. Según muchos autores, los Adventistas del Séptimo Día mantienen hasta hoy esta espera del fin del mundo y se preparan para ella con los “cursillos de supervivencia”, a través del entrenamiento de jóvenes en técnicas de supervivencia en las montañas, ocultamiento de víveres, etc Pasado el milenio, Satanás será soltado, resucitarán los malvados y Cristo bajará a la tierra, con todos los justos y toda la corte celestial. Entonces se producirá el Harmagedón, la batalla final de Cristo y los suyos contra Satanás y sus huestes. Cristo saldrá vencedor y todos sus enemigos serán aniquilados y la tierra, purificada por el fuego, volverá a ser un paraíso, reino eterno de Dios con los suyos.

Doctrina católica: Ya queda dicho, en el capítulo primero, que nadie conoce el día ni la hora en que acontecerá la segunda venida de Cristo y el fin del mundo. “Vendrá en su gloria y todos los ángeles con Él, se sentará sobre su trono de gloria y se reunirán en su presencia todas las gentes, y separará a unos de otros, como el pastor que separa las ovejas de las cabras y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda. Entonces dirá el Rey a los que están a su derecha: Venid, benditos de mi padre, tomad posesión del Reino.. (Mt 25, 31-43) “Y dirá a los de la izquierda: Apartaos de mi, malditos, al fuego eterno” (Mt 25, 41) “E irán éstos a un castigo eterno y los justos a la vida eterna” (Mt 24, 46)
¿Cuál será el criterio de este juicio final? La Ley mosaica para los que la invoquen, “los que pecaron en la Ley, por la Ley serán juzgados” (Rom 2, 12). “La ley inscrita en la conciencia para los que no hayan conocido otra” (Rom 2, 14). Y para los que hayan recibido el Evangelio será la caridad con los demás por amor a Cristo, “porque tuve hambre y me disteis de comer...” (Mt 25, 35) o “porque tuve hambre y no me disteis de comer..”.(Mt 25, 42) “Cuantas veces hicisteis eso a uno de mis hermanos pequeños, a mí me lo hicisteis” (Mt 25, 40) Los buenos y los malos, todos resucitaremos cuando venga el Señor, y todos seremos juzgados al final del mundo. Mientras llega esa hora, lo verdaderamente importante es estar siempre preparados para que seamos contados entre los elegidos.
Sigue siendo actual el consejo de San Pedro: “Sed sobrios y vigilad, porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, da vueltas a vuestro alrededor, buscando a quien devorar” ( 1 Pe 5, 8) Este tiempo de tentación debe emplearse para hacer fructificar los talentos (Mt 25, 14-30 y para hacer el bien a todos (Gal 6, 10).
El triunfo do Cristo sobre Satanás y los suyos tendrá lugar el día del juicio final, al fin del mundo. Cristo vendrá en la gloria y llevará a cabo el triunfo definitivo del bien sobre el mal, entonces revelará los secretos de los corazones y retribuirá a cada uno según sus obras y según la aceptación o el rechazo de su gracia. “Pelearán contra el Cordero y el Cordero los vencerá (Apo 17, 14) “Fue aprisionada la Bestia y con ella el falso profeta... y fueron arrojados ambos al lago de fuego” (Apo 19, 20)

6ª.-La negación de la inmortalidad del alma.
El alma humana no es inmortal, tras la muerte queda en el silencio, la quietud y la absoluta inconsciencia; entre la muerte y la resurrección los muertos duermen. La inmortalidad es un premio concedido a los justos en la resurrección y negado a los malvados, cuyas almas serán aniquiladas; por tanto, no existe el infierno. 

Doctrina católica
Toda persona posee un alma espiritual e inmortal. Tras la muerte, el cuerpo cae en la corrupción y el alma va al encuentro de su Creador, en espera de reunirse con su cuerpo glorificado cuando la omnipotencia divina le dé la vida incorruptible.
Las almas de las muertos no quedan en inconsciencia ni dormidas, sino que, tras la muerte, van al encuentro de Dios para el juicio particular. En efecto, San Pablo al morir piensa ir con Cristo; lo mismo San Esteban y lo mismo asegura Jesús al buen ladrón. “Siento gran deseo de partir y estar con Cristo” (Fil 1, 23), “mientras le apedreaban, Esteban oraba así: Señor Jesús, recibe mi espíritu” (Hch 7, 59) “hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lc 23, 43
Todos los muertos resucitarán: “Llega la hora en que cuantos estén en los sepulcros, oirán su voz y saldrán: los que han obrado el bien, para la resurrección de la vida, y los que han obrado el mal, para la resurrección del juicio” (Jn 5, 28-29) La inmortalidad del alma no es un premio, sino un don que Dios otorga a cada uno cuando la crea. El premio de los que han obrado el bien es la resurrección del cuerpo para la vida, así como para los que han obrado el mal el castigo es la resurrección del cuerpo para el juicio final, al que seguirá la eterna condenación, en el infierno.

7ª.- Los Adventistas del Séptimo Día y la Biblia
La Sagrada Escritura es la base de la fe y de la moral adventista. La interpretan tan literalmente que se les ha llamado “Los fundamentalistas de los fundamentalistas”.
Intentan desacreditar la Palabra de Dios (entiéndase la Biblia auténtica) diciendo que está llena de contradicciones; han editado su propia Biblia, la “ClearWord Bible” (Biblia de la Palabra Clara). Está escrita por Jack Blanko, publicada por Review and Herald y fue su libro más vendido en 1993.
La Biblia adventista está llena de las propias palabras de Ellen White, escritas directamente dentro del texto, como si fuesen de la auténtica Biblia. Lógicamente, esta es la única Biblia que concuerda con la doctrina de Ellen White.

Comentario: Los adventistas son asiduos lectores de la Biblia, lo que celebramos, pero no podemos celebrar que ignoren los pasajes que no concuerdan con sus ideas, los cuales son muchos, como estamos comprobando.
He aquí dos frases de Ellen White que ilustran lo dicho:
1ª “Hermanos, aferraos a vuestra Biblia, tal como está escrita, y detened vuestras críticas en relación con su validez, y obedeced la Palabra, y ninguno de vosotros perecerá” (Selected Mensajes).
2ª “Las Sagradas Escrituras han de ser aceptadas como una revelación infalible y autorizada de la voluntad de Dios” (Great Controversy).
En ambas frases hace relación a su Biblia. La primera queda desautorizada sólo con leerla; la segunda, sería correcta si se tratase de la Sagrada Escritura de la Iglesia fundada por Jesucristo; pero, es una enorme falsedad al tratarse de la Biblia “hecha” al gusto de los Adventistas. Si ya es una desvergüenza sacrílega el hecho de “reescribir” la Biblia, ésta se hace mayor al decir que esa Biblia es infalible y autorizada por la voluntad de Dios.

8ª.- El régimen vegetariano de los Adventistas del Séptimo Día
La prohibición de los alimentos impuros de la antigua Alianza sigue en vigor como Ley de Dios. “En ella (en la ciudad santa) no entrará cosa impura” (Apo 21, 27) “Todo animal de casco partido y pezuña hendida y que rumie, lo comeréis; pero no comeréis los que sólo rumian o sólo tienen partida la pezuña” (Lev 11, 4) La distinción entre alimentos puros e impuros está detallada en el capítulo once del Levítico. Son alimentos impuros el camello, el conejo, la liebre, el cerdo. “No comeréis su carne ni tocaréis sus cadáveres; serán inmundos para vosotros” (Lev 11, 8)

Doctrina católica: El régimen vegetariano de los adventistas se debe a una supuesta revelación que tuvo Ellen White estando su marido, James White, gravemente enfermo, en 1884. Como consecuencia de la misma impuso su régimen alimentario a la secta y fundó el “Instituto del Oeste para la reforma de la salud” que fue el comienzo y el motor de la obra médica adventista.
En los primeros años del Cristianismo, hubo dos cuestiones discutidas entre los Apóstoles: la necesidad de la circuncisión para todos los fieles y la cuestión de los alimentos impuros.
En el capítulo 15 de los Hechos de los Apóstoles se describen pormenorizadamente las circunstancias de aquellas reuniones que se conocen con el nombre de Concilio de Jerusalén.
Los Apóstoles llegaron a esta conclusión: “Ha parecido al Espíritu Santo y a nosotros no imponeros ninguna otra carga” (Hch 15, 28)
Los Apóstoles habían comprendido las palabras de Jesús: “No es lo que entra por la boca lo que hace impuro al hombre, sino lo que sale de la boca, eso es lo que hace impuro al hombre” (Mt 15, 11).
En consecuencia, los cristianos procedentes del judaísmo, abandonaron la práctica de la circuncisión y la de la abstinencia de los alimentos considerados impuros por la antigua Ley.
Los Adventistas del Séptimo Día ponen mucho interés en lo relativo a los alimentos considerados impuros por la Ley, pero, ¿por qué no practican la circuncisión, que está igualmente mandada por la Ley? “Circuncidad todo varón” (Gen 17, 10) ¿Por qué mienten y engañan, si la mentira y el engaño están prohibidos por la Ley? “No hurtaréis, ni os haréis engaño y mentira unos a otros” (Lev 19, 11)
En el fondo, la observancia adventista de algunos preceptos del Antiguo Testamento no es más que el rechazo a la novedad traída por Jesucristo y anunciada en el Evangelio.

9ª.- La observancia del sábado. La Ley del sábado está en el libro del Éxodo 31, 16-17: “Los hijos de Israel guardarán el sábado y lo celebrarán por sus generaciones, ellos y sus descendientes, como Alianza perpetua; será entre mi y ellos una señal perpetua, pues en seis días hizo Yavé los cielos y la tierra y el séptimo día cesó en su obra y descansó” (Ex 31,16-17)
Basados en este texto y en otros muchos del Antiguo Testamento que proclaman la misma ley, muchas sectas religiosas, principalmente los Adventistas del Séptimo Día, dicen que los que no celebran el sábado sino el domingo, están en contra de la Biblia. Consideran la observancia del precepto dominical como “la marca de la Bestia” y el “pecado imperdonable” (Mt 12,32) Estas afirmaciones obedecen a una revelación que habría tenido Joseph Bates, pero que sólo tuvo repercusión a partir de que el esposo de Ellen, apoyara este punto de vista en 1868. Esta observancia rigurosa del sábado, (prefieren quedarse en paro antes que trabajar los sábados) les ha valido el sobrenombre de “sabatistas.

Doctrina católica:
1º.-Dos Testamentos y dos Alianzas. La Biblia se divide en dos grandes partes: el Antiguo y el Nuevo Testamento. Cada una de ellas contiene, describe y es una Alianza de Dios. El Antiguo Testamento con el pueblo de Israel y el Nuevo Testamento con todos los hombres a través de Jesucristo. “Si escucháis mi voz y observáis mi Alianza, seréis mi propiedad entre todos los pueblos” (Ex 19, 5) “Todo lo que ha dicho Yavé, lo observaremos” (Ex 19, 8) “Y tomando un cáliz y dando gracias, se lo dio, diciendo: Bebed todos de él, esta es mi sangre de la Alianza que será derramada por muchos para remisión de los pecados” (Mt 26, 27-28) “Este es el cáliz de la Nueva Alianza en mi sangre” (1 Cor 11, 23)
Los judíos consideraban su Biblia, es decir el Antiguo Testamento, formado por tres colecciones:
La Ley o Toráh,
Los Profetas,
Los otros escritos.
A finales del siglo II a.C., el traductor griego del libro del Eclesiástico, en el prólogo, habla de las tres colecciones.
En los primeros tiempos del cristianismo, al Antiguo Testamento se le denominó de dos formas: una, como “La Ley y los Profetas” (Mt 5, 17; Lc 16, 16); otra, simplemente, como “La Ley” (Rom 6, 14; Gal 2, 9)

El Decálogo en el Antiguo Testamento
Está escrito en dos libros: en el Éxodo 20, 1-17 y en el Deuteronomio 5, 6-21,
que copiamos a continuación:
1.Yo soy Yahveh, tu Dios. No tendrás otros dioses. No te harás escultura ni imagen. No te postrarás ante ellas ni les darás culto (5, 6-9)
2. No tomarás en falso el nombre de Yahveh, tu Dios (5,11)
3. Guardarás el día del sábado para santificarlo (5, 12)
4. Honra a tu padre y a tu madre (5, 16)
5. No matarás (5, 17)
6. No cometerás adulterio (5, 18)
7. No robarás (5. 19)
8. No darás testimonio falso contra tu prójimo (5, 20)
9. No desearás la mujer de tu prójimo ( 5,21)
10. No codiciarás su casa, su campo, su siervo o su sierva, su buey o su asno: nada que sea de tu prójimo (5,21)
“Decálogo”, literalmente, significa “diez palabras”. En el Antiguo Testamento son las “diez palabras” entregadas por Dios a Moisés en el monte Horeb. El Decálogo es un camino de vida. “Si amas a Yahveh, tu Dios, si sigues sus caminos y guardas sus mandamientos, preceptos y normas, vivirás y te multiplicarás; Yahveh, tu Dios, te bendecirá” Dt 30, 16) El Decálogo forma parte medular de la Alianza sellada por Dios con los suyos. “Yahveh, nuestro Dios, ha concluido con nosotros una Alianza en el Horeb” (Dt 5, 2), de esta Alianza reciben los mandamientos del Decálogo su plena significación.
El Decálogo es una expresión privilegiada de la “ley natural”, inscrita por Dios en lo profundo del corazón humano y que se nos da a conocer por medio de la conciencia. 

El Decálogo a la luz del Nuevo Testamento
Las leyes jurídicas y cultuales de las instituciones judías caducaron con la llegada de Jesús, pero subsistió el ideal moral del Decálogo, resumido en el precepto del amor a Dios y al prójimo, que es la consumación y la plenitud de la Ley. “Amaos los unos a los otros, porque quien ama al prójimo ha cumplido la Ley. Pues “no adulterarás, no matarás, no robarás, no codiciarás” y cualquier otro precepto, en esta sentencia se resume: Amarás al prójimo como a ti mismo. El amor no obra el mal del prójimo, pues el amor es la plenitud de la Ley” (Rom 13, 8-10)
Con la abrogación de la Ley, caducada desde que Jesús fue condenado según sus prescripciones (“Dijo Pilato: Tomadle y juzgadle según vuestra Ley” Jn 18, 31), nace una ley nueva, de otra naturaleza, fundada en las palabras de Jesús: “Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como Yo os he amado” (Jn 15, 12)
Un fariseo preguntó a Jesús: “¿Cuál es el mandamiento mayor de la Ley? Él le dijo: Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el mayor y primer mandamiento. El segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos penden toda la Ley y los Profetas” (Mt 22, 36-40)
El Decálogo del Antiguo Testamento debe ser interpretado a la luz del mandamiento del Señor, el doble mandamiento del amor.
En “amarás a Dios...” están compendiadas las tres primeras palabras del Decálogo y en “amarás al prójimo... “ están las otras siete.
El papel de la Ley, en al Antiguo Testamento, es el de maestro o guía para conducir al pueblo hasta la llegada del Mesías. “Antes de venir la fe, estábamos bajo la custodia de la Ley, encerrados con vistas a la fe que había de revelarse; de suerte que la Ley fue nuestro ayo para llevarnos a Cristo, para que fuésemos justificados por la fe; pero, llegada la fe, ya no estamos bajo el ayo” (Gal 3, 23-25) “No se justifica el hombre por las obras de la Ley, sino por la fe en Cristo” (Gal 2, 16)
Una cosa está clara: El pueblo de Israel, y lo mismo hacen ahora los judíos, guardaban y celebraban el sábado; los cristianos guardamos y celebramos el domingo.

Conclusión: Los adventistas y demás sectas sabatistas, en este aspecto, son más judíos que cristianos. En la Ley de los cristianos el Señor dice: “Si me amáis, guardaréis mis mandamientos” (Jn 14, 15) “Si guardáis mis mandamientos, permanecéis en mi amor” (Jn 15, 10)
Observemos que Jesús no habla del Decálogo, sino de “mis mandamientos” y los concreta: “Este es mi mandamiento, que os améis unos a otros como Yo os he amado”(Jn 15, 12). “Este es su mandamiento, que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo y nos amemos unos a otros, tal como nos lo mandó” (1 Jn 3, 21-24) “Todo cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros a ellos, porque esta es la Ley y los Profetas” (Mt 7, 12)
El amor a Dios y al prójimo es el mandamiento nuevo de Jesús y es el resumen de la Ley y los Profetas. Jesucristo no vino a abolir la Ley, sino a darle su plenitud. “No penséis que he venido a abolir la Ley o los Profetas, no he venido a abolirlo sino a dar cumplimiento” (Mt 5, 17)

Los adventistas dicen por “Ley” se ha de entender el “Decálogo” dado por Dios a Moisés en el Sinaí y no el Antiguo Testamento en su conjunto. Veamos algunos textos que se oponen a la interpretación adventista:    
1.- “La Ley y los Profetas llegan hasta Juan, desde ahí comienza a anunciarse la Buena Nueva del reino de Dios” (Lc 16, 16)
2.- “Ya no estáis bajo la Ley sino bajo la gracia” (Rom 6, 14)
3.- "Estamos libres de la Ley, como la mujer casada queda libre una vez muerto el marido (Rom 7,1-4)
4.- “Cristo anuló en su carne la Ley de los mandamientos con sus preceptos” (Ef 2, 15)
5.- “Dios nos capacitó para ser ministros de una Nueva Alianza, no de la letra, sino del Espíritu; porque la letra mata pero el Espíritu da vida. Que si el ministerio de la muerte...resultó glorioso, ¡cuánto más lo será el ministerio del espíritu! (2 Cor,3, 6-7)
6.- “Cristo es el mediador de una Alianza mejor, fundada en promesas mejores” (Hb 8, 7)
7.- La Ley no contiene” más que una sombra de los bienes futuros” (Hb 10, 1)
8.- Cristo nos rescató de la maldición de la Ley (Gal 3, 13), “Al llegar la plenitud de los tiempos, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la Ley, para rescatar a los que se hallaban bajo la Ley y para que recibiésemos la filiación adoptiva” (Gal 4, 4)
9.- “Lo que dice la Ley lo dice para los que están bajo la Ley” (Rom3, 19) “vosotros ya no estáis bajo la Ley sino bajo la gracia” (Rom 6, 14)
10.- “Si sois conducidos por el Espíritu, no estáis bajo la Ley” (Gal 5, 18)

Anulación de la Ley mosaica:
“Habéis oído decir que se dijo a los antepasados....pero Yo os digo..(Mt 5, 21.33)
“De este modo queda anulada la ordenación precedente, por razón de su ineficacia e inutilidad, ya que la Ley no llevó nada a la perfección, pues no era más que introducción a una esperanza mejor, por la que nos acercamos a Dios” (Hb7, 18-19)
Este texto es de capital importancia, al mostrar el contraste entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, y presentar el dilema de quedarse con la Ley, en el Antiguo Testamento o avanzar hacia el cristianismo contenido en el Nuevo Testamento. “Jesús es Señor del sábado” (Mc 2, 28) y permitió que sus discípulos arrancaran espigas en día de sábado (Mc 2, 23) “porque el sábado fue instituido para el hombre y no el hombre para el sábado” (Mc 2, 27) El mismo Jesús quebrantó el sábado (Jn 5, 18) e hizo curaciones en sábado (Jn 7, 23)
La Nueva Alianza reemplaza a la Antigua, cuyo signo era el sábado o día de reposo. Cristo enseñó que el sábado existía para satisfacer dos necesidades del israelita: tener un día para el reposo y la adoración, y enseñó también que el sábado puede cambiarse por una necesidad humana (como el hambre de los discípulos) y que Él tiene autoridad para cambiarlo.
El mandamiento bíblico es más bien guardar el día de reposo que guardar el sábado. Los primeros cristianos así lo entendieron y guardaron fielmente el mandamiento cambiando el día de reposo y de adoración al primero de la semana, porque en él resucitó el Señor.
Los cristianos tenemos nuestros mandamientos propios y, para nosotros, la Ley antigua ya no tiene autoridad por sí misma, sino en cuanto que Cristo la perfeccionó en la Nueva Alianza:
“Esta copa es la Nueva Alianza en mi sangre, que es derramada por vosotros” (Lc 22, 20)
“Esta copa es la Nueva Alianza en mi sangre. Cuantas veces la bebiereis, hacedlo en recuerdo mío” (1 Cor 11, 25) “Al decir “nueva”, declaró anticuada la primera” (Hb 8, 13) es “una doctrina nueva” (Mc 1, 27), con “un mandamiento nuevo” (Jn 13, 34): “que os améis los unos a los otros como Yo os he amado” (Jn 15, 12) Esto constituye como el nuevo vino que no puede ser echado en los viejos odres del Antiguo Testamento (Mt 9, 17)

¿Qué significa “mandamientos”?
Los adventistas lo interpretan como “el Decálogo” con sábado incluido. Pero, ¿cómo interpretamos Ef, 2, 15, que dice: “Cristo, anulando en su carne la Ley de los mandamientos con sus preceptos, para crear en sí mismo... un solo Hombre Nuevo”(Ef 2, 15)? El protestante Cipriano de Valera cambia mandamientos por “ritos”, en contradicción con las interpretaciones modernas, que traducen por mandamientos. Así la protestante Versión Moderna, AFEBE, Nácar-Colunga, Bover y hasta la versión Reina-Valera en la recensión de 1960.
Los cristianos hemos de “caminar en novedad de vida” (Rom 6, 9), guiados no por la Ley antigua, “por la vejez de la letra, sino por la novedad del Espíritu” (Rom 7, 6). El Espíritu es para nosotros la Ley y la Ley del Espíritu nos liberta de la otra Ley (Rom 8, 2) y si nos dejamos conducir por el Espíritu, entonces ya no estamos bajo la Ley (Gal 5, 18) Este es el hombre nuevo del que San Pablo nos exhorta a revestirnos (Ef 4, 24). Con el advenimiento de Cristo, ha cambiado todo, en Él somos una “nueva criatura” o una “nueva creación” (2 Cor 5, 17; Gal 6, 15)
Esta es la gran novedad del cristianismo. Es muy de lamentar que los adventistas estén ciegos y no vean todo esto y vivan vueltos al pasado caducado y abolido el Antiguo Testamento. Al decir, en Mt 5, 17, que Cristo “no vino a destruir la Ley o los Profetas, sino a perfeccionar”, hay que interpretar que perfeccionar es conservar lo importante y deshacerse de lo caduco e inútil.

¿En qué consiste el perfeccionamiento de la Ley? 
En una reordenación de los preceptos, un cambio en la jerarquía de valores. Las imperfecciones que comportaba la antigua Ley, “a causa de la dureza de los corazones” (Mt 19, 8) deben desaparecer en el Reino de Dios; en él se buscará la perfección a imitación de la perfección de Dios (Mt 5, 48) Cristo promete y da la fuerza interior para acometer la observancia de su ley: promete y envía el Espíritu Santo.

Cristo cambia la letra y el espíritu de la Ley:
 “Habéis oído que se dijo a los antepasados: No matarás. Pero Yo os digo.....” (Mt 5, 21-22) Así declara el profundo sentido del precepto, que es la caridad, y condena todo sentimiento malo y todas sus manifestaciones. “Habéis oído que se dijo: No cometerás adulterio. Pues Yo os digo....” (Mt 5, 27-28) Extiende el mandamiento a los pensamientos y deseos sobre cualquier mujer. “También se dijo: No perjurarás. Pues Yo os digo que no juréis en modo alguno...” (Mt 5, 33-34) “Habéis oído que se dijo: Ojo por ojo y diente por diente (Ex 21, 24). Pues Yo os digo: No resistáis al mal, antes bien, al que te abofetee en la mejilla derecha, ofrécele también la otra...” (Mt 5, 38-39) “Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo (Mt 5. 43). Pues Yo os digo: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen, bendecid a los que os maldicen y orad por los que os calumnian” (Lc 6, 27-28) “Con la medida que midiereis seréis medidos” (Lc 6, 38)
Nadie nos puede criticar por guardar y celebrar el domingo “Por tanto, que nadie os critique por cuestiones de comida o bebida, o a propósito de fiestas, de lunas nuevas o sábados. Todo esto es sombra de lo venidero, pero la realidad es el cuerpo de Cristo” (Col 2, 16-17)
San Pablo quiere indicar que todo el calendario judío, incluido el sábado, queda anulado para los cristianos. Es cierto que él iba a las sinagogas los sábados (Hch 13, 14), con lo que se aseguraba una audiencia a la que trataba de convertir a la fe cristiana ; también iba a los gentiles. “Me hago judío con los judíos, para ganar a los judíos. Con los que viven bajo la Ley me hago como si yo estuviera sometido a ella, no estándolo, para ganar a los que están bajo ella. Con los que están fuera de la Ley, me hago como si estuviera fuera de la Ley, para ganarlos a ellos, no estando yo fuera de la Ley de Dios, sino bajo la Ley de Cristo. Me hago con los flacos flaco para ganar a los flacos; me hago todo para todos para salvarlos a todos” (1 Cor 9, 20-22)

2º Algunas obligaciones para guardar el sábado:
El Antiguo Testamento impone para celebrar el sábado muchas obligaciones, por ejemplo: “seis días trabajarás, el séptimo descansarás, no ararás en él ni recolectarás” (Ex 34,21) “No encenderéis fuego en ninguna de vuestras moradas” (Ex 35, 3) “Guardaos de llevar carga en día de sábado”(Jer 17, 21) “No comprar nada en día de sábado.. de las mercaderías y comestibles que en sábado traigan a vender los pueblos de la tierra” (Neh 28, 9)
 La inobservancia del sábado estaba sancionada con la pena capital, “guardarás el sábado... el que lo profane será castigado con la muerte” (Ex 31, 14)

¿Cumplen los Adventistas del Séptimo Día todos los preceptos del sábado? 
No, solamente algunos; otros no, porque los creen desfasados o, simplemente, porque no creen en ellos. Están inmersos en una gran incongruencia.

3º ¿Por qué celebramos los cristianos el primer día de la semana, llamado día del Señor o domingo?
Los judíos celebraban el sábado para recordar la obra de la creación y los cristianos celebramos el primer día de la semana para conmemorar el gran acontecimiento histórico, el día de la Pascua cristiana, la victoria del Señor, el día de su resurrección de Jesús. Además, el primer día de la semana acontecieron hechos muy importantes de nuestra salvación en Cristo:
* Que “Jesús resucitó el primer día de la semana (Jn 20, 1ss)
* Que Jesús se apareció a dos mujeres (Mt 28, 9), a diez de sus discípulos, el primer día de la semana (Jn 20, 19), a los discípulos de Emaús (Lc 24, 13-34) y a los once, el siguiente primer día de la semana (Jn 20, 26)
* Que la promesa de la venida del Espíritu Santo se cumplió en un primer día de la semana, el día de Pentecostés (Hch 2, 1) que, de acuerdo con la Ley, vino a ser el primer día de la semana. La fiesta de Pentecostés judía marcaba el fin de la siega y se celebraba a los cincuenta días de la Pascua, la cual señalaba el comienzo de la siega. “A partir del día siguiente al sábado del día en que traigáis las gavillas de espigas, contaréis siete semanas completas, contados así cincuenta días hasta el día siguiente del séptimo sábado, ofreceréis a Yavé una nueva oblación” (Lev 23, 15-16)
* Que en este primer día de la semana predicó San Pedro, por primera vez, sobre la muerte y resurrección de Cristo (Hch 2, 14); se convirtieron, bautizaron e incorporaron a la primera Iglesia unas tres mil personas. * Que, basándose en tan importantes acontecimientos, muy pronto los primeros cristianos empezaron a guardar y celebrar el primer día de la semana, al que llamaron día del Señor o domingo. “El primer día de la semana, estando nosotros reunidos para partir el pan (así se llamaba a la Eucaristía), platicando con ellos Pablo... prolongó su discurso hasta la media noche” (Hch 20, 7)
* Que los fieles de Corinto hacían la colecta el primer día de la semana. “el primer día de la semana, cada uno ponga aparte en su casa lo que bien le pareciere, de modo que no se hagan las colectas cuando yo vaya” (1 Cor 16, 2) Aparte de los testimonios de los libros sagrados, son muchos los de autores profanos que hablan de la celebración del primer día de la semana.

CAPÍTULO 3º Organización de los Adventistas del Séptimo Día
Los dirigentes:
En los comienzos del grupo, se trataba solamente de personas provenientes de diversas confesiones aglutinadas por la fe común en el inminente retorno de Cristo. Con el transcurso de los años y los acontecimientos, al ser marginados de los distintos grupos de origen, se constituyeron en grupo autónomo, en 1845.
En 1863, bajo la conducción de Ellen White, se realizó una conferencia general cerca de la ciudad de Michigan, donde se constituyó formalmente la “Comunidad Adventista del Séptimo Día” Desde entonces, están dirigidos por una Conferencia General.
Los ministros de la secta son los “pastores y los ancianos”, los cuales no tienen carácter sacerdotal, pues son elegidos por la propia congregación; como pastores, los que tienen preparación y estudios religiosos, y como ancianos los que tienen más antigüedad o categoría.
Tanto los pastores como los ancianos deben obediencia a la Conferencia General. Localmente, se constituyen en “congregaciones independientes”; pero unidas entre sí, en el plano de cada nación, por la Conferencia Nacional y, en el plano mundial, por la Conferencia General, con sede en Washington D. C., a la cual pertenecen todos los máximos dirigentes.

Los adeptos o fieles: Para incorporarse a la secta deben responder afirmativamente a esta pregunta: ¿Acepta el espíritu de profecía tal como se ha manifestado en el seno de la iglesia final por el ministerio y los escritos de la señora White? (Artículo 18 del Manual de la iglesia)
Como puede verse, en realidad, es más la aceptación de Ellen White como profetisa infalible, que la de Cristo como Salvador. Una vez dentro de la secta, se da un uso permanente de las “técnicas de lavado de cerebro” o persuasión coercitiva.
Hay acusaciones importantes contra los “campamentos de supervivencia” organizados en España. Estos “cursillos de supervivencia” son formalmente presentados como una preparación para la crisis final, y todos los participantes deben entrenarse para sobrevivir en esa supuesta crisis.
Con el mismo propósito se organiza el “Club de los Conquistadores”(Asociación para niños de 7 a 14 años) en el que se les enseñan técnicas de supervivencia. Hay serias sospechas de manipulación de los jóvenes en los campamentos. A los fieles se les impone la abstención de alcohol, tabaco, café, té y toda clase de drogas.

Financiación
Ellen escribió: “La única forma posible para manifestar nuestra gratitud y nuestro amor a Dios es pagar el diezmo” (Consejos, pág 21) Es, por tanto, obligatorio para todos los fieles el pago del diezmo, es decir, la décima parte de todos sus ingresos mensuales. En los casos en que trabajen en una empresa adventista, el diezmo les es descontado directamente del sueldo. Recomiendan agregar un segundo diezmo para financiar las misiones y se hacen las ofrendas en las reuniones de los sábados.
Los Adventistas del Séptimo Día crean negocios permanentemente e invitan a los adeptos a depositar en ellos sus ahorros. La secta adventista ha llamado la atención por los reiterados escándalos públicos en los que se han visto envueltos sus dirigentes.
Alcanzó una particular repercusión el llamado escándalo Davenport: El dirigente adventista Donald Davenport organizó una empresa captando fondos de sus fieles, prometió entregar intereses muy altos, pero todo terminó en una quiebra, presuntamente fraudulenta, que dejó en la ruina a los que le habían confiado su dinero a través de sus pastores. Varios fueron acusados de fraude en los tribunales de Oregón (Estados Unidos).

Disciplina
Suele ser muy severa. Cualquier contravención en las prácticas de vida señaladas por la secta pueden dar ocasión a la expulsión. Las profecías de Ellen White y las decisiones de la Conferencia General, para ellos “la más alta autoridad de Dios sobre la tierra”, tienen tal valor y están refrendadas por una infalibilidad tan absoluta que les somete a una gran dependencia.

Propaganda
Con miles de misioneros, su propaganda es insistente, de puerta en puerta, ofreciendo publicaciones sobre temas que atraigan la curiosidad. Muy intensa también por la prensa y por la radio. La propaganda impresa es enorme. Tienen imprentas y editoriales en casi todos los países del mundo, tirando millones de ejemplares de sus publicaciones en todas las lenguas. Donde no gozan de libertad de propaganda, lo hacen encubiertamente.

Grupos Adventistas
A pesar de la férrea disciplina o precisamente por ella, el Movimiento Adventista de William Miller se ha dividido en seis grupos o sectas diferentes; coincidentes en la doctrina común sobre la segunda venida de Cristo, pero diferenciadas entre sí por la no aceptación o la diversa interpretación de algún punto de la doctrina de Ellen White. Son estos grupos: Adventistas del Séptimo Día: Se organizaron a partir de 1845. Adventistas Evangélicos: Se organizaron a partir de 1845. La Iglesia de Dios: Separados de los Adventistas del Séptimo Día se hicieron independientes en 1864. Unión, Vida y Adviento: Comenzó este movimiento en 1848 y quedaron organizados en 1860. Cristianos Adventistas: Fue formada su Asociación General en 1881. Adventistas del Porvenir: Se organizaron en 1851 y su Conferencia General fue organizada en 1885.

CONCLUSIÓN
 Con los Adventista del Séptimo Día no estamos ante una secta en su despertar, sino ante una secta establecida, bien organizada, sólidamente asentada sobre finanzas abundantes y prudentemente administradas.
Tan opuesta a las confesiones reformadas como al catolicismo, la secta adventista rechaza participar en el movimiento ecuménico, pues no parece creer en la fuerza del Espíritu Santo para reunir a todos los cristianos desunidos.. Su interpretación viciada de las sagradas Escrituras invita a una profundización por parte del pueblo cristiano, no tanto para descubrir argumentos con vistas a una refutación inútil, sino para un mayor y mejor conocimiento de la Palabra de Dios e invita a la oración para que todos “seamos uno”, teniendo en nosotros los mismos sentimientos que Cristo Jesús.

Actitud cristiana ante las sectas


1 comentario:

  1. Srs Adventistas ahi tienen la verdad dejen de engañar hacedores de maldad

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